Pablo Picasso, joven para toda la vida

Publicado en por escabullidos

Málaga, 25 de octubre de 1881-Mougins, 8 de abril de 1973

Málaga, 25 de octubre de 1881-Mougins, 8 de abril de 1973

Dicen que un pintor joven le pidió alguna vez a Pablo Picasso un consejo sobre cómo llegar a ser un buen pintor, a lo que éste, respondió con otra pregunta: “¿Ves algo con los ojos cerrados? Asegurate de eso, cierra los ojos y si ves algo, pintalo. Si sale algo bueno, lo lograste”. Llegando a un nuevo aniversario de su muerte, recordamos al artista consagrado que admite haberse pasado la vida, intentando aprender a pintar como un niño.

Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz y Picasso –citar su nombre lleva casi tanto tiempo como referirnos a sus periodos artísticos- nació en Málaga en 1881, época que suena lejanísima para nuestro 2017 actual, lo cual, si lo pensamos por un segundo, hace que su genialidad artística sea aún mayor teniendo en cuenta la vigencia infinita de su arte.

Borges decía que la muerte es una vida vivida (…). A mí se me ocurre pensar, cuando de genios se trata, que gente única como Picasso, nace decenas de veces con cada una de sus transgresiones, y aunque carguen una fecha de deceso oficial, tienen la capacidad de renacer cada vez que algún ´pibito´ distraído por ahí, que descubre un pedazo de su obra y se acerca un poco más al arte.

Digamos entonces que Picasso –no pretendan que usemos el nombre completo cada vez- falleció el 8 de abril de 1973, pensemos que este nuevo aniversario de su desaparición física, es la excusa perfecta para repasar un poco de su historia.

Lienzo en blanco

Si resumimos sus comienzos, estaríamos frente a lo que cualquier maestra de plástica de un colegio corriente llamaría “un chico con problemas de atención”, digamos que hoy en día lo medicarían y viviría en el gabinete psicopedagógico por problemas de conducta. Por suerte, los fármacos juveniles, aún no se habían inventado y fueron castigos lo que el ´pibe Picasso´ recibió por ser un adelantado incansable en su clase, al que le permitieron saltarse dos años en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, a la tierna edad de 14 años.

Cuenta el mito que, luego de haber pasado el ingreso de universitario en un solo día,  su padre (también artista plástico y docente en la materia) al ver el talento de su hijo le entregó sus pinceles y paleta, prometiendo no volver a pintar en su vida. Señal de alerta para cualquier freudiano leyendo la nota, por el tamaño peso que recayó en los hombros de Pablito.

En su adultez confesó que a los 7 años pintaba con la técnica de los grandes, pero que pasó toda su vida intentando pintar como un niño. El chiquito no se andaba con chiquitas y la leyenda se convertiría en historia plasmada en un lienzo.

De la academia a la práctica de la vida  

Picasso de muda a París, esa ciudad soñada de principios del 1900 en las que si ibas a un cafecito podías cruzarte con gente maravillosa como André Breton, Gertrude Stein, o Guillaume Apollinaire, que se convirtieron en su círculo de amigos. Existe de hecho, una anécdota con Apollinaire en la que éste, acusado de haberse robado la Mona Lisa, acusa también a Picasso, aunque ambos fueron liberados luego. Sinceramente, creo que es de los mejores motivos por lo que llamar a tu vieja y decirle que estás siendo interrogado en cana.

Instalado en el estudio del artista catalán Isidre Nonell regresa a Barcelona poco después, para comenzar entre estas dos ciudades, lo que conocemos como el Período Azul.

El Azul de la exclusión, el rosa del amor – Con una influencia enorme del simbolismo, se traslada definitivamente a París, cerca de las orillas del Sena. El nombre del periodo lo dice todo, se trata de una serie de obras en las que predomina esta paleta y en la que se ve reflejada una cara de la miseria humana, representada por mendigos, alcohólicos y prostitutas. Poco después conoce a su primer compañera –sin dejar de lado que fue un mujeriego empedernido con una gran debilidad por las mujeres más jóvenes que el-. El caso es que el azul de los excluidos se desvanece para empezar a ver la vida color de rosa, y centrarse en tantísimo más alegre mundo circense que frecuentaba.

Mirada social, mujeres, circos, poco escapaba a la paleta del artista.

Los cubos mágicos

En una época muy muy lejana, ser transgresor no era poner una pileta en un estudio de tv para que un grupo de NNs con flotadores recién adquiridos en un afamado quirófano acua-bailen en él. Existió una etapa –y por suerte existen mentes maravillosas llenas de ideas que pueden continuar sorprendiendo de verdad- en la que ser transgresor significaba por ejemplo, retratar un bello desnudo femenino a través de líneas y planos cortantes repletos de ángulos. A Picasso se suman entonces Cézanne y Braque y nace lo que hoy en día conocemos como Cubismo. Un trabajo exquisito de descomposición fraccionada de la imagen. Las Señoritas de Avignon, son quizás uno de sus más famosos trabajos y forman parte de sus comienzos cubistas.

Del dolor al color – El Guernica



Hay una anécdota muy simple sobre Picasso y su quizás más famoso cuadro. Se dice que durante una exposición había unos alemanes mirando dicha pintura. Uno de ellos, lo mira y le pregunta: “¿Usted hizo esto?”, a lo que don Pablo responde: Esto, lo hicieron ustedes”.

Fue durante la Guerra Civil española que en 1937 por orden del generalísimo Franco, la aviación alemana bombardea el pueblo vasco de Guernica. Menos de tres meses después, Picasso termina el mural que más allá de retratar el acontecimiento en sí mismo, es una postal desgarradoramente artística de la violencia y la crueldad a través de una paleta oscura, que se haría aún más lóbrega a través de la Primera Guerra Mundial.

Como decíamos al principio, hay algo en los genios que los hace imperecederos. Hay una pátina de actualidad en su visión del mundo plasmada en una tela, que nos dejan ver en el Guernica, por ejemplo, no sólo el ataque alemán al pueblo vasco, sino todos y cada uno de los irremediables hechos de violencia y desmembramiento que el hombre como nadie sabe hacerse a sí mismo.

Será, quizás, que son estos artistas los que aprender a retratar la intención más allá de la acción, el origen independientemente del hecho. Como una denuncia muda en un cuadro que grita en el pecho de cada uno de sus observadores, de aquellos que ven ahí la matanza del ’37, las guerras de los noventas, las represiones del 2000.

Dice la historia que luego del cubismo Picasso pasaría por varias etapas más de creación en las que encontraría nuevas facetas cubistas, se rozaría con el surrealismo, tendría romances con la escultura y la cerámica, que jugaría a reinventar clásicos de Velázquez, Delacroix y Manet.

Cuenta la historia también, que Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz y Picasso muere el 8 de abril de 1973 en Notre-Dame-de-Vie, el tipo que decía eso de que “El arte es una mentira que nos acerca a la verdad” y que “todo acto de creación es en primer lugar, un acto de destrucción”.

Permítanme remitirme entonces, al comienzo de esta nota, y reafirmar mi teoría de que esta gente, estos genios, no mueren. Porque si en algún lado, hay un pibe con una tímida réplica del Guernica impresa a chorro de tinta en una hoja A4 pegada en la pared de su cuarto que quién sabe dónde esté. Si ese pibe está ahora agarrando un pincel. Si otro pibe se toma un segundo para leer esto de que de la destrucción también nace la creación, éste genio, y muchos más vuelven a nacer. No estaremos salvados muchachos, pero estén seguros que respondiéndole a la merda con arte, hay demasiados genios que renacen, y otros tantos que empezarán a dejar marca.

Porque, como decía Don Pablo Picasso que aquí nos convoca, “Todo lo que puede ser imaginado, también puede ser real”.

Publicado el 03 de abril de 2017 en Corriendo la voz

http://corriendolavoz.com.ar

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